Instalados en nuestro hotel local de Sentani, empezamos las reuniones con los implicados en nuestra expedición.
La guía, Anni, se presentó con el que sería nuestro enlace local en el Mamberamo. Boi, hijo del jefe de una de las tribus, era la persona perfecta para el trabajo. Sería nuestro contacto para todos los servicios que necesitaríamos en la selva. Tras dos horas de explicaciones, presupuestos, tensiones y risas, acordamos el pago y estrechamos manos. Todo sonaba perfecto, viaje en 4×4, barco, tribus primitivas, trekking hacia lo desconocido… nos fuimos a la cama eufóricos, casi demasiado perfecto para que fuera real.
Teníamos un día libre por lo que decidimos pasarlo con nuestra nueva amiga Marta, la piloto vasca afincada en Sentani. Visitamos el hangar de la línea aérea en la que trabaja y nos llevó a conocer las islas del Lago Sentani.
En la tarde de ese mismo día nuestra sorpresa fue que Boi cambió de opinión sobre el presupuesto pactado y estaba muy deseoso de saber si teníamos los millones suficientes para triplicarlo. Esta desalentadora noticia nos vino como un baño de agua fría. Nos volvimos a reunir de urgencia con Anni para encontrar una solución al nuevo planteamiento. Juntos hemos decidido encontrar los contactos por nuestra cuenta y no depender de Boi, que finalmente se retiró de la expedición por sus propios intereses.
El fin de semana, junto con el lunes festivo en Papúa, hicieron que se retrasara la obtención del permiso Surat Jalan para viajar a la zona rural y a la vez retrasar nuestra salida de la capital. Mientras esperábamos aprovechamos para conocer la zona de la mano de Marta.
El tercer día, Anni nos llevó a ver a su tío Henri que nos remitió a Thomas, un antiguo misionero que había trabajado en el Mamberamo y que actualmente vive en el pueblo de Mosso, en la frontera con Papua Nueva Guinea (PNG). Él mismo nos prepararía un documento con nombres de pueblos y contactos para el viaje, para así poder introducirnos a las poblaciones locales.
Salimos hacia la aldea en el coche de alquiler que nos gestionaron en el hotel. Este día ha sido nuestra primera toma de contacto con el mundo natural de la isla. Paisaje lluvioso, verde, bosque primario, montañas espesas cubiertas de un manto perpetuo de nubes.
De camino, Anni nos cuenta que posiblemente sea Thomas quien nos acompañe personalmente al viaje. Si conoce la zona, consideramos que es lo mejor.
Tras sortear el puesto militar en Mosso, nos reunimos con Thomas y su familia. El señor de 66 años comenzó en seguida a dibujar en un cuaderno el mapa de la región del Mamberamo y sus aldeas: Naira, Dabra, Papasena, Kwerba, Kasonaweja eran nombres que iban apareciendo a lo largo del recorrido.
La reunión iba cada vez mejor, aunque dada nuestra previa experiencia, debíamos andar con pies de plomo.
Finalmente llegamos a la conclusión de que sería la persona adecuada para el trabajo y cerramos acuerdo brindando con cocos que ellos mismos bajaron de las palmeras. Sólo quedaba recibir nuestros permisos Surat Jalan, concretar la ruta con el conductor que nos llevaría a Naira y comprar enseres para el viaje.