“Llevo mucho tiempo leyendo sobre el Moussem de Imilchil, la historia de Romeo y Julieta beréberes. He estado buscado escritos, fotografías, documentales para conocer la realidad de esta tradición antigua de las bodas colectivas. No sé lo que me voy a encontrar al llegar. Según mi entender, hoy en día esta celebración se ha convertido en un foco de atracción turístico, un lugar que ya no tiene la magia de antaño. Aún así, tengo una emoción extraña que aumenta conforme me voy acercando al aeropuerto de Marrakech.”
Memorias del Cuaderno de Viaje
Viajo sola al inicio de cada travesía, un habito que he adquirido en el último par de años. Casi como una tradición, me gusta escribir sobre mis pensamientos al comienzo de cada viaje. Me preparo mentalmente para lo que me depara el viaje y, finalmente, lo contrasto con las experiencias vividas. Es una especie de transición entre la realidad y el mundo que me hace soñar, el mundo que me hace sentir viva.
Esta vez mi destino ha sido Imilchil, un pueblo que pertenece a la tribu beréber Ait Haddidou, un pueblo de pastores seminómadas que vive en esta región a más de 2400 m de altitud.
Es muy presente el pasado de esta región del Valle del Assif Melloul que, así como en otras regiones del Alto Atlas, fue marcado por la falta del desarrollo económico. El Valle se encontró alejado del desarrollo de infraestructura básica, como carreteras, hospitales o escuelas. Las únicas pistas de acceso a los pueblos fueron creadas durante el protectorado francés y cuyo estado apenas ha mejorado desde aquella época.
El desinterés por parte del estado venía dado por la desconfianza hacia las tribus beréberes a las que intentaban someter a través de diferentes formas políticas como los “caids”. Con el tiempo, Imilchil se ha convertido en el centro administrativo de la zona y en el lugar de festejo de esta celebración que ha trascendido a tierras internacionales.
El moussem es una peregrinación social a un morabito (la tumba de un hombre santo) y está muy relacionado con el mundo agrícola. Por ello, casi todos los moussems se celebran en el campo y alrededor de un morabito. Además, no suelen tener fecha fija, en el caso del Moussem de Imilchil éste se solía celebrar a finales de agosto, hasta que el Estado intervino y por intereses turísticos ha comenzado a fijar la fecha, la mayoría de las veces, en la tercera semana de septiembre. Aunque no siempre se conoce su fecha exacta con mucha antelación, lo que nos obliga a realizar preparativos de última hora.
La peculiaridad del Mousseum de Imilchil es que, tradicionalmente, aquí se celebraba la firma de las actas de las bodas colectivas que las parejas de la región llevaban a cabo. Una tradición achacada a la tribu de los Ait Haddidou cuya celebración ha ido decreciendo en los últimos años debido a la turistificación del concepto. Las parejas prefieres realizar bodas individuales antes que ser foco de atención de la prensa internacional y de los turistas.
Aunque entienda el cambio social y la pérdida de esta tradición, no puedo negar que me ha desilusionado no haber encontrado ninguna pareja que haya llevado a cabo la firma. Hubiera sido una gran oportunidad para ver el encanto de los trajes de los Ait Haddidou. Aún así, la experiencia vivida ha sido digna de marcar como una de las mejores en el país beréber.
La festividad da comienzo el viernes, aunque el jueves el zoco ya se encontraba en plena actividad. Nómadas de las alturas van llegando lentamente y montan campamento en las proximidades de Ait Hamar, pueblo en el que se desarrolla realmente el Moussem.
Los Ait Haddidou tienen como principal actividad la ganadería, muy presente en todo el Valle, lo que explica la gran cantidad de ganado que se puede encontrar en el zoco de los animales.
Al Morabito de Sidi Ahmed Oulghami van llegando peregrinos que oran y posteriormente se pierden por las calles del mercado que se transforma en un lugar para los negocios, los encuentros y la diversión. Aquí proliferan los comerciantes, los aguadores, los curanderos o músicos. Pero sin duda el zoco es la mayor atracción del mousseum: artesanos, herreros, alimentos, ropa, ganado, restaurantes al estilo beréber de altura forman la oferta comercial y de ocio de esta esperada celebración.
Tres días de fiesta durante los cuales los turistas nacionales presentan sus respetos al santo y los nómadas aprovechan para llenar sus sacas para el invierno. Por la noche la música y el olor a carne a la brasa acapara el ambiente que se mantiene hasta altas horas de la noche.
El domingo los puestos se van desarmando y los nómadas parten lentamente hacia sus rebaños y las tierras de pastos, hasta el próximo año.